Hola amigos/as del Camino Frutal:
En la entrada anterior les comenté que les escribiría sobre los tipos de hambre clasificados de acuerdo a Don Bennett, un amigo y reconocido experto en salud enfocado a la alimentación frutal y vegetal. Bueno, aquí van dos de los cinco tipos de hambre, específicamente los referidos al instinto básico de las formas de vida: 1) Buscar el placer y 2) Evitar el dolor. Cuidado, si el instinto no está bien calibrado; es decir, que el organismo en cuestión no esté bien nutrido y que tenga procesos de digestión -y pensamiento- tóxicos y deficientes, entonces el apetito natural e instintivo por alimentarse se convierte en un impulso -quizá desenfrenado- por comer y devorar lo primero que esté al alcance, y más aún, buscando lo que no es benéfico para la construcción del cuerpo y nocivo para sus procesos.
1 ) Hambre emocional para evitar el sufrimiento (para evitar el dolor):
Se experimenta cuando el comensal intenta inconsciente o conscientemente
prevenir los sentimientos fuertes y doloroso; ya que tanto para mantener un sentimiento (por
ejemplo, ante una pérdida o situación trágica) como para digerir comida pesada
es necesaria gran cantidad de energía nerviosa y en la mayoría de los casos
solamente es posible que el cuerpo soporte uno de esos acontecimientos a la vez. En
pocas palabras, muchas personas que tienen una enorme pena comen desenfrenadamente
para trasladar la atención de la mente hacia la digestión. La solución más
fácil que puedo recomendar ante este tipo de hambre por evasión es: que la
persona en cuestión se mantenga activa utilizando gran parte de su energía en
una de sus actividades o deportes favoritos, así podrá focalizarse y distraerse
de sus malestares emocionales.
2 )
Hambre emocional para entrar en la zona de
confort (para buscar el placer): La experimentamos cuando nos sentimos vulnerables ante cierta
situación y como defensa nos vienen memorias de otros momentos reconfortantes
que incluyen diversas imágenes y recuerdos de comida. Es común, por ejemplo, que
recordemos las comidas procesadas que ingeríamos en las fiestas de diciembre o
en las celebraciones de cumpleaños como formas de reafirmar un pasado hermoso y lleno de vida, o que
invoquemos la sopa especial de mamá cada vez que estamos resfriados. La mejor
solución (y lo sabemos bien) es buscar a las personas que hicieron posibles
esos momentos, pues lo que realmente queremos para reconfortarnos y animarnos es
la experiencia de esos recuerdos y no precisamente la comida; es decir, que lo
maravilloso de la fiesta fue la compañía y el factor decisivo en la sanación
del cuerpo fue la presencia de los padres y no la comida procesada que
ingerimos en esos momentos. Seamos valientes y pro-activos y abrasemos nuestro
feliz pasado cada vez que lo necesitemos, pero desde la emociones y no desde la
comida, que fue sólo un accesorio de esos recuerdos. Más aún, es necesario
hacer nuevas asociaciones con los alimentos frutales y vegetales para que
llegue un punto en nuestra historia en el que las memorias estén cargadas
igualmente de amor, como de alimentos nutritivos y podamos ir más allá de la
frase: “se me antoja pollo asado como el que me comía de pequeño cuando había
fiesta y todos estábamos juntos” para decir: “¡con qué alegría recuerdo las
tardes de pic-nic-frutal con mi familia y amigos, pues
todos estábamos reunidos y muy felices… qué placenteras fueron… pronto organizaré otras!”
¡Un Pic-Nic-Frutal Norestense, YEY! |
guimo!! muchisimas gracias tu blog es maravilloso poder encontrar informacion tan valiosa es un gran beneficio.
ResponderEliminar¡Hola amiga! Muchas gracias compañera frutal, me interesa mucho que me expresen su emoción, porque así me enciendo más y doy el 101% (bueno más bien el 100% pero mantenido hasta los domingos, jeje) :)
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