Bendiciones amigos/as frutales, aquí la continuidad de los tipos de hambre:
El hambre verdadera viene si el comensal se alimenta con alimentos verdaderos
e identificables por nuestro paladar; si la persona no puede comerlos desde la
primera oportunidad (que no le guste la fruta madura y fresca) es porque su
instinto está adormecido y su sentido del gusto desubicado (pero se puede
limpiar, recuperando así la habilidad para sentir placer por comer fruta… este
es el proceso del que tanto escribo y hablo para llegar al Placer Frutal/
Estado Frutal). Les aseguro que cuando uno come una abundante cantidad de fruta
fresca, madura, de temporada y muy dulce, lo único que va a querer es continuar
hasta estar satisfecho/a y no por eso creará adicción por este alimento
paradisiaco pues no produce efectos estimulantes como los alimentos procesados
mencionados en la entrada anterior. Ahora sí, sobre el hambre verdadera que se
divide en dos:
1) Hambre calórica. Es una de las dos
manifestaciones de “hambre verdadera”; ocurre cuando estamos gastando más
energía calórica que la que ingerimos debido a nuestras actividades diarias y
surge como una sensación de aviso para comer más cantidad de alimentos. Ocurre sólo
cuando nos alimentamos de manera natural, fresca y limpia, es decir, cuando cumplimos
la ingesta para la que estamos diseñados, con frutas y vegetales en excelentes
condiciones y sin aditivos. Es difícil saber cuándo parar de comer si la comida
tiene sustancias estimulantes como especias y cualquier tipo de sales. Comiendo
frutas y vegetales frescos podemos saber cuánto debemos ingerir respecto a la
cantidad de energía (carbohidratos simples como suministro ideal –es decir
frutas-). Es importante notar: esta hambre no se caracteriza por los
movimientos intestinales a los que estamos acostumbrados antes de decidir
volver a comer, pues estas reacciones del cuerpo son manifestaciones de que:
“el trabajo está terminado (lo cual no indica específicamente la necesidad de
volver a comer)” o también pueden ser señales de que algo anda mal en la
digestión (sobre todo si hay gas o incluso dolor). Esta hambre verdadera sí se
caracteriza cuando nos sentimos carentes de energía a pesar de haber comido la calidad
sugerida, dormido bien y suficiente, estar activos y alegres y estando bien
hidratados; sentirnos débiles en este caso indica hambre verdadera por la poca cantidad
de fruta (Debemos comer entre 2,000 y 3,000 kilocalorías de frutas si somos personas con actividades tranquilas o moderadas y a eso agregarle, si es necesario, que casi siempre lo es: un ciento de kilocalorías de vegetales verdes orgánicos).
2) Hambre verdadera de nutrientes: Se experimenta cuando los diferentes
procesos metabólicos que desempeñamos día a día requieren de los componentes
específicos para seguir realizando sus funciones: ejemplos, el aminoácido
metionina para empezar reacciones protéicas, el zinc, para la asimilación de
carbohidratos, la vitamina K para la cicatrización de las paredes celulares,
etc. Es muy sencillo: cuando experimentamos hambre verdadera por nutrientes es
por la carencia de los mismos en el organismo; un ejemplo muy común es la
compulsión que muchas personas tienen por la sal, ya que cada vez que reciben
un plato de ensalada, sopa, guarniciones o “plato principal” recurren
indiscriminadamente al salero o al sobre de sal aún sin probar la comida… ¿por
qué? Aparte de la adicción por el efecto estimulante de la sal, es porque sus
cuerpos les indican falta de minerales y es un intento desesperado por
obtenerlos de donde sea, aunque definitivamente no los obtendrán de la sal de mesa
(cloruro de sodio al 98%, un compuesto no solo carente de nutrientes sino
tóxico y retenido en el cuerpo como material incógnito de difícil desalojo).
La persona que es capaz de atender
abundantemente un antojo de fruta, por ejemplo de mango, se está encaminando
por la vía de la higiene intestinal. Sin embargo, comer un solo tipo de fruta,
si esta carece considerablemente de algún nutriente, puede producir cierta
hambre verdadera por nutrientes. Ejemplo, comer puras naranjas convencionales (no
tan nutritivas como las orgánicas o las biodinámicas) durante semanas y en cantidades
insuficientes para cubrir los nutrientes necesarios, digamos sólo unas 15 al
día, hará que el cuerpo después de varios días produzca la sensación de hambre
por nutrientes, específicamente Selenio, Manganeso, Sodio y Vitaminas E y K.
Así, al comer sólo una fruta cultivada con métodos poco respetuosos con la
naturaleza y poco nutritivos, sentiremos este tipo de hambre hasta completar
nuestras necesidades (con 10 naranjas no orgánicas se completan muchos
requerimientos, pero se necesitan otras 30 para satisfacer los picos de los
nutrientes difíciles que naturalmente están limitados en dicha fruta –así como
cada alimento tiene algunos nutrientes limitados aunque abunde en otros-). Existen
frutas tropicales como la Chirimoya, que si se cultiva orgánicamente, puede
cubrir la mayoría de los nutrientes y energía con cantidades moderadas y quizá incluso
ser un alimento completo y perfecto si son de la mejor calidad expresable en
este planeta Gaia. Mientras conseguimos esa perfección, tengamos criterio
amplio y consideremos que variedad es nutrición, cada fruta sola por comida y
en cantidades abundantes o hasta destinar un día a cada fruta cuando es temporada,
pero variando los tipos (lunes de mango, martes de melón, miércoles de banana,
jueves de naranja, viernes de chirimoya, sábado de pitaya y domingo de uvas –o domingo
de ensalada de vegetales verdes orgánicos con frutas estilo vegetal como el
tomate, la calabacita, el aguacate [uno mediano máximo] y el pepino amarillo
[que es el que está maduro], o bien, domingo de ayuno).
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Una anécdota respecto a los nutrientes:
he sabido de primera fuente –pues conozco a las personas de las que escribo- que los ojos de algunos/as
frutarianos/as muy avanzados/as incluso cambian de tonalidad e incrementan su
capacidad para ver colores intensos como el rojo, el anaranjado y el amarillo,
pues los caroteniodes de las frutas se manifiestan así, brillando tremendamente
y nuestra especie por diseño puede ver una gran cantidad de colores y más aún,
puede intensificar su recepción luminosa para adaptarse y comer los mejores
frutos y así cumplir con la diseminación natural de las semillas (esto es
incuestionable, pues así estamos determinados por nuestro diseño natural, ya
que tenemos todas las características anatómicas y fisiológicas de acuerdo con
nuestra clasificación mastozoológica –biología de mamíferos-, como especie diseminadora de semillas en simbiosis mutualista –la planta gana y el comensal diseminador
gana-). El color frutal mantiene correspondencia entre la fruta y su comensal, o como dicen los sabios místicos: "lo que es adentro es afuera", en este caso, lo que manifiesta la fruta desde su ser, también se manifiesta en el alegre degustador frutal.
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Más aún existe una manifestación
específica de hambre verdadera que se da cuando estamos en completo reposo y en
cierto punto de un proceso de ayuno y otra hambre defensiva (aparentemente es
protectora, pero en realidad es nociva y difícil de aceptar por el individuo) relacionada
con el proceso de desintoxicación aunado a una dieta purificativa (o ayuno). De
esto escribiré en la próxima entrada.
A distinguir los tipos de hambre, los matices de los colores de las frutas y a amar a todo el mundo J
Frutalmente, Guimo.
gracias guimo!!!! me encanta tu blog la informacion es muy importante para mi porque hay muy pocas personas frutarianas q hablan español al menos yo aun no conosco muchas :( creeme que estoy muy feliz de mi nueva vida!!! estoy en transicion a frutarianismo y tu ayuda ha sido super! abrazos enormeeees!!!
ResponderEliminarGracias Ariana, felicidades por tu camino en el Sendero Frutal, saludos a la "banda" frugívora de tu país :D
ResponderEliminar¡Bendiciones frutales!
Disculpa yo sufro sino yerro hambre de nutrientes y la fruta ha llegado a hartarme. Alguna sugerencia amigó?.
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